La vicepresidente Cristina Fernández siempre traduce el odio hacia sus enemigos en sus discursos, a veces solapadamente, como todo persona cuya inteligencia no está plenamente desarrollada no tiene el manejo de la ironía. Porque una cosa es ser hábil y osado, y otra muy distinta es ser inteligente.
En su reciente aparición en Cuba, destiló el rencor que guarda hacia el fallecido Claudio Bonadío, el único juez que la puso contra las cuerdas con las causas que la involucran, diciendo que “El"lawfare" (guerra judicial) en la Argentina "tuvo un componente mafioso" y consideró que "debe ser por los ancestros de quien fuera…". Como no es una persona ilustrada carece de las finezas del lenguaje y queriendo hacer referencia a la “Ndrangheta”, la mafia calabresa, entonó algo parecido a “Bragueta”. Algún periodista malintencionado sugirió que se trataba de un acto fallido.
La realidad es que esta señora desconoce –porque es la autora intelectual del desguace la historia argentina- que los italianos contribuyeron en una gran medida a formar este país.
Los italianos estuvieron en este país desde antes de 1810. El padre del General Manuel Belgrano, don Domingo Belgrano y Peri, fue un rico genovés dedicado al comercio del aceite. Otros fundaron la Colonia Esperanza en Santa Fe, la primera de ellas. Otros, formaron en el Ejército en la “Legión Italiana” que tuvo activa participación.
Luego la inmigración italiana en Argentina tuvo tres momentos. Hacia 1870/80, cuando llegaron piamonteses, lombardos, friulanos, ligures, principalmente. Son los que venían a invertir y formaron las grandes empresas argentinas: Grimoldi, Piazza, Terrabusi, etc. A ellos se debe la formación de la Bolsa de Comercio y del primer banco, el Banco de Italia y Río de la Plata que tuvo un siglo de vida.
Hacia principios del siglo XX, se produce la gran inmigración italiana, meridional y sobre todo calabresa y mayormente siciliana, calculándose en más de 250.000 los llegados al país.. Para el segundo Censo Nacional, la Argentina tiene 4 044 911 de habitantes; el 40% son extranjeros y de ellos el 52% son italianos. Hacia el año 1910, de cada cinco jóvenes, tres hablaban italiano.
Son los que traen los oficios: zapateros, relojeros, herreros, orfebres y artistas. También llegan allí los maestros y profesores que darán brillo a las cátedras universitarias cuando el país tenía el sistema educativo más importante de Latinoamérica.
Formaron las Sociedades Italianas de Socorro Mutuos, donde se reunían para conseguir trabajo, ayuda y celebrar las fechas patrias. Junto con las otras colectividades son los fundadores del mutualismo argentino.
La tercera ola llegó durante y la posguerra, hacia mediados del siglo XX, es la menor de todas, pero allí se formaron los empresarios de la última generación, los que hicieron caminos, diques, aeropuertos con sus empresas. Comerciantes en su mayoría y agricultores que se derramaron sobre la Pampa Húmeda.
Muchos jamás volvieron a ver la “Patria lontana” y en sus ojos se dibujaba la nostalgia al escuchar cada 2 de Junio, durante la “Festa della Repubblica” los sones del “Inno de Mamelli”. Amaron a esta tierra y a su Bandera como si fuera la propia. Expresaron su agradecimiento y cultivaron ese sentimiento en sus hijos y nietos. Tanto así que las Marchas Militares que celebran a la Patria, en su mayoría son de autores italianos.
Nada más que una pincelada del inmenso aporte que hicieron los italianos a la República Argentina en terrenos como la arquitectura, dándole la nueva fisonomía a las ciudades del siglo XX, en la literatura, en la ciencia, en el deporte y en todas las áreas sociales.
Esta señora que funge como vicepresidente desconoce todo eso y ofende gratuitamente a los descendientes de italianos haciéndose acreedora a la lástima y conmiseración, porque quien no sabe, quien no es culto, sólo conoce el lenguaje del agravio indolente. En su pobreza intelectual, esta pobre mujer no maneja la fonética de los lenguajes, una aptitud de los cerebros más lúcidos que pueden adecuar la lengua a las expresiones extranjeras y al tratar de pronunciar el nombre de la “Ndrangheta”, se escucha como “Bragueta”, tanto que su acompañante en el escritorio la corrige.
Razón tenía el General Perón cuando decía que: “Prefiero un malo que un bruto. Porque el bruto siempre es peor que un malo, porque el malo suele tener remedio, el bruto no. He visto muchos malos que se han vuelto buenos, no he visto jamás un bruto que se haya vuelto inteligente.”
Ernesto Bisceglia