“Si”, dijo escuetamente la intendenta y esa respuesta sonó como un veredicto o una bendición. Bettina Romero blanqueaba, apenas con estas dos letras, todos los rumores, las pintadas y las sospechas sobre la candidatura de su hermano Juan Esteban para las próximas elecciones.
Lo dijo en el inicio de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante donde afrontó, sin pelos en la lengua, la artillería de preguntas de los periodistas que aguardaban en el recinto. No hubo una repregunta sobre la candidatura de Juan Esteban, aunque la respuesta afirmativa de Bettina se refería a las aspiraciones de su hermano a una banca de senador por la ciudad Capital.
Poco antes, el padre de ambos, el senador nacional Juan Carlos Romero, había advertido que sus hijos se habían ganado un lugar en la política por participación y por propia vocación, con lo cual se mostró distante de las decisiones de sus hijos en esa materia. No obstante el peso del apellido Romero en el escenario político de la provincia, mal que le pese a algunos, retoma impulso y vuelve a posicionar a los integrantes de una dinastía que no está dispuesta a aceptar el fin de su ciclo, ni mucho menos a resignar el poder que pulieron con los años y que recibieron verticalmente ya en la tercera generación. Pero es bueno analizar este reposicionamiento del romerismo no sólo en términos políticos, sino también cronológicos. Juan Carlos ti
ene mandato hasta el año 2025. Seguirá como senador nacional dos años después de las próximas elecciones presidenciales, mientras que Bettina tiene dos años por cumplir al frente de la comuna y juega a continuar, sin prisa pero sin pausa, en el camino del ascenso político en la provincia. La incógnita es Juan Esteban. Su candidatura, blanqueada por Bettina, no es algo que sorprenda ya que el joven empresario resulta ser una pieza activa en el tablero de las campañas electorales, tanto de su padre como de su hermana, aunque en esta oportunidad parece estar dispuesto a salir al ruedo y poner la cara en las urnas.
“Mide bien y es un personaje conocido” aseguró un viejo zorro de los pasillos partidarios locales, aunque advirtió sobre algunos “demonios internos” del novel Juan Esteban. “Su actitud de amarrete en el manejo de los fondos y de falta de compromiso con la palabra empeñada, dejó a muchos con rencores que sobreviven desde la última campaña de Juan Carlos y esas son cosas que la política siempre te las cobra” aseguró.
Muchos sostienen, tras el “Si” de Bettina, que Juan Esteban tendría más chances a una banca para diputado por Capital, que aspirar a la cámara alta. “Si Bettina dijo que será su candidato a senador, es porque algún acuerdo hubo con Sáenz” analizó en voz alta el astuto veterano y recordó, con memoria de archivo, aquella reunión de hace tres años, cuando trece legisladores formaron el bloque “Cambiemos País” para impulsar la candidatura de Gustavo Sáenz a gobernador en 2019.
Ese mismo bloque fue el que impulsó a Bettina como vicepresidente de la Cámara de Diputados. Lo sorprendente es que Juan Esteban Romero, sin ser legislador ni funcionario, aparecía en todas las fotos de aquel recordado espacio. La política es el arte de lo posible y los Romero lo entienden a la perfección.