El escenario económico que se aproxima es tan incierto como preocupante. Los efectos de la pandemia han resultado nefastos para los esquemas macroeconómicos a nivel global y en Argentina los indicadores siguen la misma línea del resto de las economías, con caídas estrepitosas en el comercio, la industria y los niveles de empleo.
A nivel monetario, los controles que el gobierno nacional aplica sobre el dólar,, no garantizan hasta el momento que la divisa norteamericana se mantenga estable. El riesgo de las escapadas, como en cada crisis, nos recuerda lastimosamente que somos dólar dependientes en cualquier circunstancia y que en forma inexplicable los precios controlados resultan apenas un eufemismo dentro del costo de la canasta familiar que pone los límites mínimos para la línea de pobreza.
Sobre la inflación, el razonamiento es un poco más optimista, sobre todo luego de las mediciones mensuales que en el contexto extraordinario de este 2020, estiman un índice anual del 40%, muy por debajo de la inflación récord del año pasado que llegó al 54% .
Pero la pregunta que se hacen los expertos es por cuanto tiempo más se podrán contener los índices inflacionarios en el país con el enorme nivel de emisión monetaria al que se ha sometido la base de liquidez. El temor es que, ante la contingencia, retornen las viejas prácticas y las "travesuras" sobre los índices oficiales.
No obstante, y más allá de esas consideraciones, la economía doméstica, aquella que doña Rosa respira a diario con un barbijo en la billetera, comienza a disparar señales de alerta. Los precios han comenzado el camino en cuesta arriba y esto es cada vez más notable.
Blanqueando esta situación y argumentando pérdidas históricas y multimillonarias, la estatal YPF se convirtió en la punta de lanza para el aumento de precios. El incremento del 4,5% de las últimas horas en los combustibles repercutirá invariablemente en el resto de los productos de consumo masivo.
Otra evidencia de manera más evidente de este fenómeno resultan las facturas de gas, luz y agua que llegaron a las familias salteñas. El comentario común es que todas sufrieron aumentos del 50 hasta el 100%, pese al congelamiento de tarifas decretado por el gobierno nacional hasta fin de año.
Desde el Ente Regulador de los Servicios Públicos, aseguran que esto es imposible y atribuyen los incrementos a un salto en los consumos, pero las boletas de tarifas planas también llegaron con notables aumentos, como el caso de las facturas sin medidor de agua que aplican un valor referencial. Indefectiblemente estamos en las puertas de un reacomodamientos de números en la economía. Con todo esto habrá que estar alerta a los niveles de consumo, aunque algo preocupante susurra con certeza en el oído de los usuarios: los únicos que se mantienen congelados son los sueldos.
POR REDACCION REPORTA DIGITAL