La compañía ha instalado cámaras en sus oficinas en China que solo dejan entrar a los cuartos a los empleados que sonríen.
Las oficinas de Canon en China han sido el escenario de una nueva, interesante y perturbadora aplicación de la tecnología de reconocimiento facial.
La compañía ha instalado una serie de cámaras con inteligencia artificial para detectar sonrisas.
Y solo los trabajadores que sonríen pueden pasar.
Quienes estén tristes o enojados no pueden asistir a las reuniones.
Vigilancia y productividad El dato forma parte de un reporte realizado por The Financial Times sobre el modo en que las empresas chinas están vigilando a sus empleados y hasta que punto las IA son parte de estos esfuerzos. Otras acciones son algo más comunes, como el control sobre que programas pueden instalar en sus computadoras, para evitar perdidas de productividad.
Las cámaras también son utilizadas para controlar los movimientos, como la cantidad de tiempo que se pasa en el almuerzo.
Cabe recordar que en China se utilizan también las cámaras como instrumento de control comunitario en combinación con un esquema de crédito social. Las conductas incivilizadas suponen la pérdida de puntos y pueden terminar en sanciones y pérdida de derechos.
En todas partes No hay nada nuevo en este afán de control, las empresas han implementado todos los métodos a su alcance para lograr mayores beneficios desde hace ya varios siglos.
Estas medidas tampoco son algo exclusivo de China y los países con regímenes dictatoriales, también se aplican en naciones democráticas. Uno de los casos más destacados en la actualidad es Amazon, que controla el ritmo de trabajo de sus empleados simplemente introduciendo robots en la secuencia de las tareas diarias. La empresa de Bezos también ha sido acusada de emplear un sistema de alarma para el distanciamiento social durante la pandemia para monitorear los movimientos de sus empleados.
Las cámaras que detectan cuando los empleados sonríen son especialmente perturbadoras porque parecen ir un paso más allá, negándole a las personas un último derecho, el de no estar felices con lo que pasa a su alrededor.