Musk insiste en la necesidad de tener en claro la cantidad de bots. Twitter no brinda información adicional. Por momentos parece que ninguna de las partes quiere que la operación se concrete.
Hace ya un buen tiempo Elon Musk anunció su intención de comprar Twitter. El empresario argumentaba que su intención era convertir a la empresa en la plaza pública del pueblo en Internet, un espacio destinado a preservar la libertad de expresión. Luego de varias idas y venidas Musk logró llegar a un acuerdo con la compañía para una futura adquisición. Sin embargo, mucho ha pasado desde entonces.
Las acciones de las tecnológicas han caído. Musk se encontró de pronto comprometido a pagar un precio por acción de Twitter mucho mayor al que se cotiza actualmente en la bolsa. El respaldo para la adquisición son las acciones de Tesla, que ahora valen mucho menos.
El parate
A mediados de Mayo el acuerdo comenzó a ponerse en duda. El problema era la cantidad de bots en la red social. Según Twitter solo el 5% de las cuentas son falsas. Una proporción que muchos usuarios encuentran difícil de creer. Musk entre ellos.
No sorprende entonces que, luego que la empresa haya publicado su último informe, el empresario haya pedido acceso a datos internos para realizar su propio análisis. Este examen propio, argumenta, también es clave para asegurar la financiación de la operación. La mayor parte de la fortuna de Musk son acciones.
Las amenazas
La respuesta de Twitter ha sido dar detalles adicionales sobre la metodología implementada. Según los abogados de Musk la empresa no está cumpliendo con lo señalado en el pacto de intención de compra. Por dicha razón su cliente se reserva al derecho de dar por nulo el acuerdo. Este señalamiento es importante dado que si Musk retirara su oferta de compra sin una justificación válida tendría que pagar una multa importante. Las partes podrían terminar en la corte e incluso renegociando el contrato.
Por momentos la compra de Twitter parece un mal matrimonio. Todas las partes se acusan de sabotear la relación y la impresión es que ambas quieren que fracase de una buena vez.