En un episodio con reminiscencias de la Guerra Fría, la velocista bielorrusa Kristina Timanovskaya protagonizó el que probablemente sea el caso más político de los Juegos Olímpicos de Tokio al refugiarse este lunes en la embajada de Polonia en Japón y recibir una visa humanitaria tras evitar ser enviada de manera forzosa a su país.
Bielorrusia, una exrepública soviética bajo sanciones de Occidente, es gobernada desde hace 24 años por el autocrático presidente Alexandr Lukashenko, que está acusado de perseguir y reprimir opositores políticos y de haber cometido fraude electoral en los comicios de hace casi un año para garantizar su reelección en el cargo.
De acuerdo con cifras difundidas por organizaciones de derechos humanos, en mayo de este año Bielorrusia mantenía al menos 400 personas detenidas por razones políticas, muchas de ellas arrestadas durante la ola de protestas populares que siguió a la cuestionada reelección de Lukashenko en los comicios del 9 de agosto de 2020.