El escribano Ricardo Ignacio Baladía, quien en mayo fue detenido a 50 metros de la basílica de Luján cuando descartaba el cadáver descuartizado de su jardinero, irá a juicio oral por el delito de "homicidio simple", informaron fuentes judiciales.
La fiscal a cargo de la causa, María Laura Cordiviola, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 10 descentralizada de Luján, dio por concluida la instrucción y presentó el requerimiento para que Baladía (56) sea juzgado por el crimen de su jardinero, Miguel Alejandro Pereyra (41).
Según las fuentes, el juez de Garantías 1 de Mercedes, Marcelo Romero, avaló en octubre el planteo fiscal, envió la causa a sorteo y ahora quedó asignado para el juicio el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de ese departamento judicial.
"Por lo que sabemos, por la pandemia, ese tribunal tiene como dos años de atraso para fijar fechas, así que el debate se va a demorar. Estamos esperando que nos convoquen para ofrecer prueba", dijo a Télam el defensor de Baladía, el abogado Luis Rappazzo.
Baladía se encuentra detenido con prisión preventiva en la Unidad 1 de Olmos del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).
El delito por el que la fiscal Cordiviola elevó a juicio es "homicidio simple", que prevé una pena de 8 a 25 años de prisión.
Lo que demoró el trámite judicial fue que se había planteado una cuestión de competencia para que la causa sea girada al departamento judicial de Morón, porque se determinó que el crimen se había cometido en la escribanía de Baladía, ubicada en ese partido del oeste del conurbano, y que en Luján solo había ocurrido el descarte del cuerpo.
Pero finalmente, el Tribunal de Casación Penal resolvió que el expediente quedara radicado en la justicia de Mercedes, que ya había hecho toda la instrucción.
Cuando pidió la prisión preventiva, la fiscal dio por acreditado que Baladía asesinó a su empleado Pereyra cerca de las 20 del 13 de mayo último de una puñalada en el tórax, que luego "fragmentó el cuerpo sin vida de la víctima" y en su auto BMW modelo 528i dominio CRE834 "se trasladó hasta la zona ribereña del río Luján cercana a las calles Mitre y Padre Salveire".
Según la fiscal, allí el escribano "intentó descartarse de los restos sin vida de su víctima siendo advertido en su accionar por el personal policial", que lo detuvo después de que empujara a una mujer policía, intentara escapar corriendo y que un efectivo realizara un disparo intimidatorio.
Testimonios
Entre los testimonios volcados en expediente, se destaca el de la pareja de Pereyra, Verónica Soñez, quien contó dos conflictos que tuvo con el escribano y que podrían estar ligados a un móvil.
Por un lado, la mujer dijo que así como su pareja Pereyra trabajaba como jardinero para Baladía, ella lo hizo en tareas de limpieza y que esa relación laboral concluyó cuando el escribano "le propuso mantener una relación sentimental a escondidas" y cuando la denunció por un supuesto robo en sus oficinas, lo que motivó un allanamiento en su domicilio.
Soñez también recordó que cuatro o cinco días antes del crimen, su pareja le contó que había visto en la casa de Morón de Baladía la caja de una motosierra y que cuando le preguntó si algún día se la iba a prestar, el escribano le contestó: "Sí, sí, no te preocupes que va a ser para vos".
Pruebas
En cuanto a las pruebas que más lo comprometen, la fiscal destacó que Baladía fue hallado cuando descartaba el cadáver a orillas del río Luján, a 50 metros de la basílica de esa ciudad bonaerense, y que en ese sitio los peritos y buzos recuperaron varios restos humanos y una valija donde se cree trasladó las partes más grandes del cuerpo.
También se secuestraron un hacha de camping y, en su auto, el DNI de la víctima, además de un serrucho y un balde lechero y una bolsa de nailon con más restos humanos.
Pero las evidencias que según la fiscalía prueban que la "escena primaria" del crimen fue la escribanía de Baladía, situada en Almirante Brown 1085, de Morón, fueron las manchas hemáticas lavadas encontradas por los peritos, lo que coincide con el hallazgo de una hidrolavadora que el imputado había comprado y con la que fue visto por testigos.
En las mismas oficinas también se encontraron un par de zapatillas con manchas pardas rojizas y una cuchilla de carnicería de grandes dimensiones.
En la casa particular del imputado, en la calle Santa Fe 1089, también de Morón, se encontraron en un baño prendas de vestir con posibles rastros de sangre.
La fiscal también menciona una serie de videos de cámaras de seguridad de la zona de la escribanía que comprometen al imputado, ya que en uno de ellos se lo vio pasar a las 3 de la madrugada del 13 de mayo llevando una valija idéntica a la que fue secuestrada en el río Luján.
Además, varios familiares del Pereyra declararon que la última vez que lo vieron con vida fue la noche del 12 mayo, cuando el jardinero estaba en la casa de su madre y contó que debía ir a retirar unas hojas a lo del escribano, tras lo cual vieron que el imputado lo pasó a buscar por esa casa en un BMW.
El dictamen brinda además datos de la autopsia que más allá de determinar que la causa de muerte fue una puñalada en el tórax, revelan los detalles macabros del descuartizamiento post mortem que fue realizado con dos elementos distintos: uno dentado compatible con una sierra o serrucho y otro de filo liso y pesado como un hacha.