Un juez porteño pidió al Gobierno de Israel que detenga con fines de extradición a un rabino de 44 años acusado de haber abusado de adolescentes cuando se encontraba a cargo de una sinagoga del barrio porteño de Colegiales, en tanto uno de los jóvenes aseguró que "hay más víctimas pero tienen miedo de denunciar por miedo o vergüenza".
Fuentes judiciales informaron este jueves a Télam que el juez de instrucción Pablo Ormaochea libró un exhorto diplomático para que se proceda a la captura de Marcelo Daniel Krawiec en ese país, ya que se presume que se encuentra allí en base a publicaciones en redes sociales, pero Israel no acepta las alertas rojas de Interpol.
El magistrado indicó en el exhorto que a Krawiec se le atribuye "la presunta comisión del delito de abuso sexual agravado por haber sido cometido por el miembro de un culto religioso, cometido de manera reiterada, con el grado de autor, que prevé una pena de entre 8 y 20 años de prisión o reclusión".
El juez había pedido la actuación de Interpol para lograr la captura e incluso el organismo internacional colocó a Krawiec entre los prófugos con "alerta roja", pero debido a que Israel no acepta su intervención, se hizo la solicitud directamente al Gobierno, indicaron los voceros consultados.
Este proceso se inició a partir de la declaración de una de las víctimas en septiembre último ante la Unidad Fiscal Especializada de Violencia de Género contra las Mujeres (UFEM), que en estos casos auxilia a otros magistrados.
Uno de los jóvenes, actualmente de 27 años, relató que los hechos ocurrieron entre 2010 y 2012, cuando él tenía entre 16 y 18 y concurría a la sinagoga de Krawiec, quien por entonces era un líder muy conocido en la comunidad judía y dictaba numerosos cursos.
El joven contó que en varias ocasiones sufrió tocamientos por parte del rabino, "quien había creado un fuerte lazo espiritual y afectivo con la víctima, que hacía las veces de su secretario, ordenaba la oficina, cuidaba a sus hijos o se ocupaba de cuestiones administrativas de la sinagoga", recordó el juez en el exhorto enviado a Israel.
"Hace diez años yo le dije que no lo iba a denunciar porque no lo quería lastimar ni a él ni a su familia, pero después me enteré de que había más víctimas que no se animan a denunciarlo por miedo o por vergüenza", contó a Télam el joven, que por ese motivo decidió presentarse en la justicia.
Dijo que en aquella época pensaba así porque todavía creía que lo que le había sucedido era algo "normal" pero en realidad "todavía no había procesado lo que había ocurrido" y sostuvo que si bien sabe que no es responsable por los abusos, ahora quiere ayudar a evitar otros casos.
"Si a mí me hubieran dicho, yo podría no haber sido su víctima", destacó.
Para la época de los abusos, Krawiec no sólo tenía actividades en la sinagoga de Colegiales sino que daba múltiples cursos a los que en su mayoría asistían jóvenes.
"Era un rabino muy conocido, muy simpático, gracioso, que hasta hacía stand up relacionado con la religión. También organizaba eventos y viajes a Israel con jóvenes. Si sigue en contacto con ellos, lo va a volver a hacer", advirtió la víctima ante la posibilidad de nuevos casos.
Debido a que vivía en la provincia de Buenos Aires, el joven se quedaba a dormir los viernes en la oficina del rabino, ya que, como comenzaba el Shabat, debía abstenerse de viajar, lo cual era aprovechado por el líder religioso para cometer los abusos, según figura en la causa.
Pasado un tiempo, la víctima se animó a contarle lo sucedido a un amigo, dejó de concurrir a la sinagoga y el año pasado, tras realizar terapia y enterarse de que Krawiec se encontraría a cargo de grupos de jóvenes en Jerusalén, decidió formalizar la denuncia en la UFEM y dar aviso a organizaciones judías de Israel y Estados Unidos.
Consultado sobre si los abusos le dejaron secuelas psicológicas, el joven sostuvo: "Es una pelea día a día, trabajo, me va bien y puedo cortar mis pensamientos, me sirve para superar esto".
En el expediente también se investiga el caso de otros jóvenes que sufrieron hechos similares entre 2016 y principios de 2018, pero por el "modus operandi", los investigadores creen que puede haber más víctimas, por lo que solicitan que en caso de ser así se presenten en la causa.