Los investigadores del crimen de Lucas González, el adolescente asesinado de un balazo el 17 de este mes en el barrio porteño de Barracas, creen que los policías de la Cuidad detenidos por el ataque también lo quemaron con un cigarrillo en una mano, por lo que la familia de la víctima va a pedir que agraven la acusación por considerar que fue torturado.
Fuentes judiciales informaron a Télam que, a su vez, no se descarta que haya nuevos imputados por el encubrimiento del homicidio y en ese sentido, el abogado querellante, Gregorio Dalbón, afirmó que serían tres policías más los que también adulteraron la escena del hecho.
Mientras, la oficial Lorena Miño, acusada de encubrir, se declaró inocente ante el juez de la causa e involucró en el caso a otro policía que aún no está identificado.
Para Dalbón, los efectivos que resta imputar y detener son "un comisario y otros dos oficiales", quienes "llegaron por la tarde" al lugar donde se produjo el ataque a balazos.
De hecho, este miércoles a las 9.30 se llevará a cabo allí la reconstrucción del hecho a pedido del fiscal del caso, Leonel Gómez Barbella, y del juez de Instrucción Martín Del Viso.
Según el letrado, "el primer grupo (de policías) lo mata, el segundo pone el arma (una réplica que se secuestró en el auto en el que iba la víctima) y un tercer grupo fue por la tarde".
Sobre la quemadura, el abogado dijo a Télam que lo declaró "la madre (de Lucas) en la testimonial" y que "en la autopsia se determina que data del momento del hecho, que es una apagada de cigarrillo, redonda, en una mano".
"Los policías estuvieron aproximadamente veinte minutos hasta que llegó la primera ambulancia. Los chicos estuvieron con los efectivos allí", indicó en referencia a los momentos posteriores al hecho.
Y sobre los agravantes de la imputación, Dalbón señaló que va a pedir que se agregue los de "odio y alevosía a los primeros tres" policías detenidos por el homicidio y "la ampliación de penas a más de cincuenta años, sin dudas".
"Son animales, ninguna persona dentro de su rol como ser humano puede torturar a otro ser humano", sostuvo.
En tanto, voceros con acceso a la causa dijeron que, de acuerdo con el resultado del informe forense, esa quemadura que el adolescente tenía fue realizada cerca del momento en que fue baleado, por lo que la principal hipótesis es que fueron los policías los responsables.
Al respecto, el resultado de la autopsia reveló que "en el dorso de mano derecha a nivel del primer espacio interdigital se observó una lesión circular de un centímetro de diámetro con superficie de costra melicérica en formación, similar a lo observado en quemaduras", la cual "posee una data cercana a la del fallecimiento" y se trata de una "lesión no idónea para provocar la muerte".
Por ello, en las consideraciones finales los forenses indicaron que existió una "lesión en dorso de mano derecha compatible con quemadura".
Por su parte, Roberto Castillo, abogado de Miño, dijo a C5N que en su indagatoria ante el juez Del Viso, la oficial "contó lo mismo que viene contando hace varios días" y que cree que "quedó demostrado que ella es ajena a cualquier clase de encubrimiento".
Luego, el defensor resaltó que lo que aportó Miño fue "involucrar a una persona que en base a las actuaciones no estaría acreditado quién es", aunque afirmó que es otro policía que "aparentemente detuvo a uno de los chicos".
"Son animales, ninguna persona dentro de su rol como ser humano puede torturar a otro ser humano" Gregorio Dalbón
Castillo también dijo que si bien su defendida no pudo aportar la identidad de ese efectivo ni dónde trabaja sí "pudo dar una descripción física de cómo era la persona que vio" y decir que era el chofer de otro de los imputados por encubrimiento, el principal Héctor Cuevas, de la Comisaría Vecinal 4 D.
"Lo que dice es que llega al lugar y llega Cuevas con un chofer que no fue identificado hasta el momento. Lo que describe es que tenía dos tatuajes en los brazos", añadió.
Por otro lado, está previsto que este miércoles los amigos de Lucas, los padres de los cuatro chicos y testigos participen de la reconstrucción del hecho que se realizará en el mismo sitio del barrio de Barracas donde los jóvenes fueron interceptados por la Policía y atacados a tiros.
De la diligencia, que será filmada y debidamente documentada, no participarán los acusados para preservar a las víctimas, añadieron las fuentes
De acuerdo con la investigación, el hecho sucedió el 17 de noviembre cerca de las 9.30, cuando Lucas y sus tres amigos, todos de 17 años, salieron de entrenar del club Barracas Central a bordo de un Volkswagen Suran azul y cuando se detuvieron a comprar en un kiosco fueron abordados por un Nissan Tiida de la Brigada de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad, con tres efectivos que bajaron y, sin identificarse, los abordaron con armas.
Los jóvenes, al creer que iban a ser asaltados, aceleraron para huir pero los policías Juan José Nieva, Fabián Andrés López y Gabriel Alejandro Issasi les dispararon.
Lucas recibió un tiro en la cabeza que le provocó la muerte poco después en el hospital El Cruce, de Florencio Varela, al tiempo que sus amigos fueron inicialmente detenidos como si fueran delincuentes, aunque al día siguiente quedaron en libertad.
Recién tres días después del ataque, Nieva, López e Issasi fueron detenidos por homicidio agravado, en tanto que entre el sábado y el lunes apresaron a los seis efectivos acusados de encubrimiento y de "plantar" una réplica de arma en el auto de los adolescentes para hacerlos pasar como sospechosos y justificar la persecución y ataque policial.
En ese segundo grupo de imputados, además de Miño y Cueva, están el comisario Juan Romero, el subcomisario Roberto Inca -ambos a cargo de la División Sumarios y Brigadas de la Comisaría Comunal 4-; el comisario Fabián Du Santos y la oficial Micaela Fariña, de la Comisaría Vecinal 4D de la Policía de la Ciudad.