El juicio por jurados que se le sigue a Marcelo Macarrón como presunto instigador del crimen de su esposa Nora Dalmasso, cometido hace poco mas de 15 años en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, se convirtió esta semana en un "ring político" en el que distintos exfuncionarios, abogados y asesores sacaron a la luz viejas rencillas a través de las cuales blanquearon sus diferencias y, en ese marco, deslizaron sospechas sobre la vinculación del viudo con el femicidio.
La semana tuvo como principales protagonistas al exsecretario de Seguridad de la provincia de Córdoba Alberto Bertea; y a sus entonces colaboradores, el abogado Rafael Magnasco y el asesor Nicolás Curchod, quienes apuntaron directamente hacia el primer abogado que tuvo Macarrón (62), Daniel Lacase, enfrentado políticamente a ellos desde hacía varios años antes del crimen de Nora.
La decimosegunda audiencia del juicio que se desarrolló el pasado jueves contó con el testimonio de Bertea, quizá el más fuerte, quien calificó a Lacase de "manipulador, guapo y matón" y lo acusó de haber "plantado amantes de Nora y haber "desviado" la investigación del caso con la utilización de sus contactos mediáticos, con lo que de alguna manera complicó la situación del viudo Macarrón.
De esa manera, en la última semana el jurado popular y el tribunal técnico tuvieron que prestar el oído a testimonios con poco valor probatorio para el debate y que solo sirvieron para certificar que se mantienen indemnes las diferencias políticas que arrastran desde el menemismo.
Por su parte, el periodista y director de revista El Sur de Río Cuarto, Hernán Vaca Narvaja, quien años atrás publicó el libro "Las cuatro muertes de Nora Dalmasso" y trabaja el caso desde el primer día, recordó a Télam el origen de las diferencias tiene que ver con la "profunda enemistad entre Bertea y Lacase".
Según recordó, "Lacase nunca le perdonó a Bertea" haberlo denunciado durante el menemismo por irregularidades financieras por la desaparición de 100 mil dólares cuando fue el interventor de una empresa llamada Frigorífico del Sur, de la que había sido su presidente.
Cuando ocurrió el crimen de Nora, Bertea era el secretario de Seguridad provincial y la forma que encontró Lacase para atacarlo fue vincular a su principal asesor y colaborador, Magnasco, en el expediente por el homicidio.
Según su testimonio, Lacase fue quien "vinculó a Magnasco sentimentalmente con Nora", a quien no conocía, y de esa manera "orientó la investigación en la justicia" y también instaló la versión en la sociedad.
De hecho, Magnasco fue el primer sospechoso que tuvo la causa, aunque luego fue totalmente desvinculado.
Esta semana también declaró en el juicio el propio Magnasco, quien acusó a Macarrón y a Lacase de haber "armado" esa versión para inculparlo y "tapar al verdadero homicida que está sentado en ese banco", dijo en clara referencia al viudo.
A su vez, Vaca Narvaja recordó que la causa tuvo una importante repercusión en el Gobierno Nacional y provincial, que fue corroborado por el entonces funcionario Bertea cuando dijo que el gobernador José Manuel de la Sota (ya fallecido), se había preocupado ante una latente posibilidad de intervención federal, como había ocurrido en 1990 con el crimen de María Soledad Morales en Catamarca con el gobierno de Ramón Saadi.
"La crisis política generada fue impresionante en la provincia de Córdoba", recordó el periodista y explicó que por el crimen de Dalmasso cayó la cúpula entera de la Policía, tuvieron que remover al secretario Bertea, al ministro de Gobierno Sergio Busso y hasta al fiscal general de la provincia, Gustavo Vidal Lascano.
"Macarrón no era un actor político, pero formaba parte de un triángulo de poder que incluía a Lacase y a Miguel Rohrer, un empresario agropecuario de enorme poder económico", quien por estos días fue sindicado por los hijos del acusado, Facundo y Valentina, como "el principal sospechoso" del crimen, por el que nunca fue investigado.
Macarrón viene sosteniendo en el juicio, que comenzó el 14 de marzo, que Rohrer es el "supuesto" autor material del crimen de su esposa, y ahora se muestra enfrentado a quien fue su primer abogado Lacase, a quien acusa de haber armado la coartada de que en la fecha del asesinato ese empresario estuvo en Buenos Aires y no en Río Cuarto.
El entramado político evidenció el "carácter clasista condescendiente con los poderosos de la corporación judicial de Córdoba. Buscaron amantes en lugar de asesinos, persiguieron y demandaron a un periodista en lugar de destinar sus energías a resolver el caso", resumió Vaca Narvaja.
El periodista es el único condenado que tiene la causa por "daños y perjuicios", luego de haber sido demandado por los hijos de Macarrón, en un fallo de 2013, con varios recorridos apelatorios, donde la justicia le ordenó indemnizar económicamente a los jóvenes por las publicaciones periodísticas cuando eran menores.
El fallo se encuentra en instancia de la Corte Suprema a la espera de que se resuelva un dictamen del Procurador Fiscal que recomendó a esa máxima instancia judicial del país que revoque la sentencia condenatoria.
Luego de más de 15 años de ocurrido el crimen, el médico traumatólogo Macarrón llegó a este juicio acusado del delito de "homicidio calificado por el vínculo, por alevosía, y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal", el cual contempla la única pena de prisión perpetua.
Para el último fiscal que investigó el caso, Macarrón "en acuerdo delictivo con personas aún no identificadas por la instrucción, instigó el crimen de su mujer" y menciona como hipótesis el móvil de "desavenencias matrimoniales de parte de Macarrón y con la intención por parte de su/s adlater/es de obtener una ventaja, probablemente política y/o económica".
El crimen se produjo entre las 20 del 24 de noviembre de 2006 y las 3.15 del 25, cuando el viudo se encontraba en la ciudad de Punta del Este participando de un torneo de golf.
En ese momento, al menos una persona ingresó en la casa de Nora en el barrio Villa Golf de la ciudad de Río Cuarto, donde se aprovechó "de la indefensión de la víctima, la abordó una vez que ésta se encontraba dormida en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda" y la mató utilizando "el cinto de toalla de la bata de baño que se encontraba en la habitación".
Finalmente, y como parte del plan criminal, "ordenó la escena con la finalidad de simular un hecho de índole sexual, tras lo cual se retiró del lugar, sin dejar rastro alguno de su persona", describe la pieza acusatoria.