Sus detractores señalan que no posee valor real y es solo una sucesión de movimientos especulativos, sus impulsores apuntan que la inversión debe realizarse a largo plazo. Ambos lados coinciden en que el Bitcoin es una inversión de riesgo por sus vaivenes.
Primero fue Elon Musk y Tesla, retirando su apoyo a la moneda por consideraciones medioambientales. Ahora le ha tocado el turno al gobierno chino de darle un nuevo empujoncito hacia abajo.
El martes el gobierno le prohibió a las instituciones financieras y compañía de pago proveer servicios en los que estuvieran involucradas las transacciones con criptomonedas. También advirtió a los inversores contra los movimientos especulativos.
Todo esto ha llevado a que el precio del Bitcoin cayera por debajo de los USD 40 mil, cuando hace no tanto tiempo había superado los USD 63 mil. Entre ambos puntos solo ha pasado algo más de un mes.
Advertencia La postura del gobierno chino no es sorpresiva. El comercio con criptomonedas es ilegal desde 2019, aunque curiosamente la minería de bitcoin está permitida y ha traído serios problemas por su consumo de energía.
A pesar de la prohibición el comercio con criptomonedas en China existe. Algunas actividades son difíciles de controlar y el gobierno chino, aunque opresivo, no se caracteriza por su eficiencia.
Pero la última advertencia de las autoridades parece haber tenido gran impacto. De ella participaron la Asociación Nacional de Finanzas por Internet, la Asociación Bancaria de China y La Asociación de Pagos y Compensaciones. El mensaje, publicado en redes sociales, señalaba que los consumidores no tenían protección alguna ante las posibles pérdidas que ocurrieran al invertir en criptomonedas.
China parece querer aumentar la presión para terminar con una alternativa que señala a menudo se utiliza para el lavado de dinero. Estados Unidos ha realizado críticas similares, añadiendo el financiamiento del terrorismo y el narcotráfico a la ecuación.
También existe un aspecto fundamental en el que tanto China, Estados Unidos y Europa coinciden y podría ser determinante a largo plazo: las criptomonedas amenaza la soberanía monetaria de los países, y cuanto mayor sea su crecimiento más peligrosas serán y mayor la presión para reducirlas.