Los dispositivos están inspirados en la aerodinámica de las semillas de algunos árboles. En grandes cantidades servirían para el control ambiental y el seguimiento de la difusión de enfermedades.
Un equipo liderado por John Rogers, profesor de la Universidad de Northwestern, ha desarrollado unos chips tan pequeños como granos de sal, y con extraordinarias capacidades aerodinámicas.
Para el diseño se han tomado como inspiración las formas de varias semillas, que caen lentamente desde las copas de los árboles.
La idea es conseguir un medio de monitoreo masivo que pueda ser distribuido en gran número y de una forma sencilla. Solo basta arrojar una buena cantidad de estos ingenios desde cierta altura para cubrir un área extensa. Los chips incluyen poseen antenas y equipos de sensores.
Utilidad Según los desarrolladores los dispositivos permitirán el control de la contaminación aérea, el seguimiento de enfermedades, el rastreo de un derrame tóxico y la visualización de movimientos poblaciones, entre otras opciones.
Los dispositivos pueden ser fabricados en material biodegradable para evitar cualquier tipo de contaminación a largo plazo. El equipo ha puesto especial cuidado en no producir una herramienta que contribuyera al problema del desperdicio electrónico.
Más pequeños Uno de los logros más notables del equipo de Rogers es el tamaño de los dispositivos. Aunque se han basado en los diseños de las semillas han logrado aplicar las formas a objetos mucho más pequeños. Al mismo tiempo han logrado equipar cada unidad con los instrumentos necesarios para realizar las tareas de monitoreo. Sin embargo, existe un límite inevitable.
Rogers apunta que una vez que se llega a tamaños menores al milímetro la aerodinámica deja de funcionar y todo cae como una esfera. Esto supone un límite práctico a la miniaturización de los ingenios voladores.