El costo humano de diez años de combates y crímenes de guerra en Siria es incalculable, pero la destrucción de la economía de un país que supo ser una potencia regional en Medio Oriente es más concreta: más del 70% de la población está endeudada y necesita ayuda para subsistir, el Producto Bruto Interno (PBI) se contrajo dos tercios y el costo de la reconstrucción se estima en más de 23 PBI.
A finales del año pasado, el Gobierno de Bashar al Assad presentó su presupuesto más bajo, con una caída del gasto real per cápita del 70% desde el inicio del conflicto y más de un 82% dedicado a gasto corriente, es decir, con casi nula posibilidad de invertir en la tan prometida y necesaria reconstrucción.
Según un análisis del Centro Sirio para la Investigación de Políticas, la porción de los ingresos del Estado que provenía de impuestos pasó de representar dos tercios antes de la guerra a solo un tercio en 2019, principalmente por el derrumbe del 90% de la producción petrolera en las zonas controladas por el Gobierno y del consumo y la actividad en general en el país. Ya hace dos años, la ONU estimaba que más del 80% de la población vivía en "la pobreza extrema".