Los candidatos a los comicios regionales del martes próximo en la Comunidad de Madrid cerraron con una campaña electoral que pasará a la historia por el elevado nivel de crispación política, que incluyó disturbios, disputas judiciales entre partidos y amenazas de muerte a dirigentes políticos.
Las elecciones, anticipadas, fueron convocadas en marzo por la actual presidenta regional Isabel Díaz Ayuso, del conservador Partido Popular (PP), tras romperse su coalición de gobierno con los liberales de Ciudadanos. En ellas se pondrá en juego el liderazgo de la región de 6,6 millones de habitantes, que tiene el PBI per cápita más elevado de España, pero que también acumula desde el inicio de la pandemia de coronavirus el mayor número de contagios y de muertes.
Dentro de la polarización entrarán en competencia los partidos de la centroderecha, PP, Vox y Ciudadanos, y de la centroizquierda y la izquierda, el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la coalición Unidas Podemos, y una escisión de esta última, Más Madrid.
Los madrileños deberán elegir a 136 legisladores, cuatro más que los que actualmente conforman la Asamblea, en virtud del crecimiento de la población, por lo que la mayoría absoluta ya no se situará en las 67 bancas actuales sino en 69. Las últimas encuestas pronostican a una amplia victoria de Díaz Ayuso, aunque sin mayoría absoluta, por lo que para continuar en el poder podría necesitar el apoyo del polémico partido de extrema derecha Vox, según la cadena RTVE.
El PP se mantiene primero, con el 41% de la intención de voto, seguido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con 21%; Más Madrid, con 16%; Vox, con una variación entre 9% y 10%; la coalición Unidas Podemos, con 7%, y Ciudadanos, con 4%, según el diario El País.
Proyecciones hechas por el periódico señalaron una alta probabilidad, de 71%, de que el PP y Vox sumen mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid, mientras solo en uno de cada seis escenarios, es decir 16%, habría una mayoría de izquierdas.
Ayuso mantiene que su intención es no depender de nadie para gobernar, pero en distintas ocasiones dijo que pactar con Vox "no sería el fin del mundo", una frase con la que reafirma su disposición a saltarse el límite con respecto a la ultraderecha que los conservadores sí aplican en otros países.
Además, resucitó la fórmula que le hizo ganar popularidad en el último año hasta convertirse en uno de los referentes de la derecha española: rechazar las medidas anti-Covid impulsadas por el presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, en favor de una mayor actividad económica y social.
"El problema de Madrid es Pedro Sánchez; nos intentaban obligar a cerrar Madrid, nos exigieron un estado de alarma a la carta, falso, y sin informes sanitarios, y dije que no en absoluto; no pienso cerrar Madrid, porque no hay motivo, porque no me da la gana y porque nadie me chantajea", dijo la dirigente, según la agencia Europa Press.
Sánchez fue el encargado de cerrar el acto de campaña del PSOE y animó a los madrileños a votar en defensa de la democracia ante la amenaza del ascenso de Vox, pero también para evitar que Ayuso, a quien comparó con el expresidente estadounidense Donald Trump, protagonice un giro populista en Partido Popular.
"Va a pactar con la ultraderecha xenófoba, machista y homófoba y dice además que no es el fin del mundo; no lo será, pero sí puede ser el principio del fin de la democracia", exclamó Sánchez.
Otro de los grandes protagonistas en el cierre de campaña fue Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno y candidato de Unidas Podemos, que también pidió una movilización extraordinaria contra la ultraderecha y contra Díaz Ayuso, a la que calificó como "una imitadora de Donald Trump".