Las lluvias que cayeron este año en un invierno menos seco que lo acostumbrado, en medio de la persistente sequía que afecta al país, hacen prever que las áridas llanuras del norte de Chile volverán a llenarse de flores y colores.
Cuando sucede, el hermoso Desierto Florido atrae a grandes cantidades de visitantes locales y extranjeros que llegan en primavera a admirar el fenómeno, que depende de la cantidad de agua que cae durante el invierno austral, que ya está en sus últimas semanas.
"En junio hubo una cantidad de agua importante en la provincia del Huasco, que fueron en muchos sectores más de 80 milímetros de agua", dijo el biólogo Roberto Contreras, de la Universidad de Atacama, relatando cantidades similares de agua caída en otras zonas cercanas. "Eso nos está diciendo que el fenómeno puede ser intenso de este desierto florido 2022".
Semillas y bulbos de especies como "Pata de Guanaco" o de la endémica Añañuca aguardan bajo la tierra de ese clima extremo hasta su eventual floración.
En el parque nacional Llanos de Challe, en la costa de la región de Atacama, la puerta de entrada al desierto más árido del mundo, el fenómeno ya se está dejando ver con la aparición de pequeños claveles y otras especies.
"Está recién comenzando, nosotros esperamos que a partir de la segunda quincena de septiembre ya podamos tener una mayor floración", dice el guardaparques Jorge Godoy.
Debido a la fragilidad del ecosistema, la zona suele estar protegida y no se puede circular por partes que no estén habilitadas, pero aún así es común ver que vehículos transitan por las laderas floridas. También existe la persistente amenaza de los traficantes de especies endémicas o de que los visitantes arranquen flores, que sobreviven muy poco fuera de su entorno.
El jefe regional de la oficina nacional de turismo, Alejandro Martín, dijo que ya se están preparando para recibir a los turistas que quieren apreciar el fenómeno, pero que la convocatoria "no puede ir sin un llamado a que lo cuidemos".