El universo es basto, pero el espacio exterior por el cual pueden circular los satélites que tan importantes son para nuestras comunicaciones es limitado.
El tráfico es un problema delicado dado que cualquier colisión puede crear una serie de escombros que impactarán en otros dispositivos generando algo así como un efecto bola de nieve.
La NASA ya ha advertido sobre los peligros que las constelaciones de satélites privadas suponen, sobre todo cuando los proyectos están en manos de empresas sin la experiencia adecuada.
Pero la agencia espacial estadounidense tiene una buena relación con Space X, firma con la que ha colaborado en varios proyectos y misiones. No sorprende entonces que estas entidades hayan llegado a un acuerdo de seguridad.
Un paso importante considerando que Space X quiere poner hasta 12 mil o 42 mil satélites en órbita.
Un paso al costado El acuerdo establece que los satélites Starlink se alejarán de forma automática de los ingenios de la NASA cuando estos pasen cerca. Afortunadamente los dispositivos de la compañía de Elon Musk tienen propulsores iónicos que les permiten modificar la trayectoria de una forma sencilla.
Para la NASA nada cambiaría, sus operaciones seguirían su rutina. Con la única excepción de aquellos casos en los que Space X comunique que por un problema técnico no puede realizar la maniobra esperada.