En el mercado se sabía de antemano que el verano iba a ser complicado desde el punto de vista cambiario, hasta la llegada de los dólares de la nueva cosecha. En un escenario en el que Banco Central está demostrando nuevamente problemas para acumular reservas, el Gobierno argentino va a tener que afrontar entre el 30 de enero y el 2 de febrero un par de pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI) por un total de casi $1.400 millones.
El próximo lunes la Argentina le abonará al organismo internacional u$s685 millones de amortización y el jueves de la semana entrante otros u$s691 millones en concepto de intereses, más otros importes menores, todo en un contexto en el que es palpable la escasez estacional de divisas. En las primeras 19 ruedas del mes en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) la entidad quedó con un saldo vendedor de u$s48 millones luego de un buen arranque con el cual había llegado a acumular unos u$s6.000 millones de reservas netas.
Argentina afrontará estos compromisos ante la entidad que preside Kristalina Georgieva con sus propias reservas, mientras aguarda que le desembolsen u$s5.562 millones de la primera revisión del año, que se prevé para marzo.
Para superar la coyuntura, en el Palacio de Hacienda tratan de apurar créditos tipo REPO de al menos dos bancos internacionales y un fondo soberano por unos u$s2.500 millones. Según trascendió, estos acuerdos estarían a punto de firmarse, aunque en el mercado los operadores quieren ver que se concrete. Recuerdan que al llegar al Ministerio de Economía en julio, Sergio Massa asumió anunciando que tenían prácticamente arreglados estos acuerdos. Pero ya pasaron más de cinco meses y eso no se concretó.
Sería el salvavidas más próximo que tiene ahora Massa para seguir flotando en el verano hasta que lleguen nuevas divisas. Al respecto, se indicó que los REPO iban a servir para financiar la recompra de bonos que anunció el titular del Palacio de Hacienda por u$s1.000 millones. De eso ya llevaba destinados u$s300 millones y hay quienes creen que, luego de las críticas de inversores y agencias de calificación, el Gobierno podría suspender la operatoria.
De acuerdo con un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso, este año la Argentina va a tener un flujo negativo con el FMI de u$s3.500 millones. Es decir, va a tener que hacer pagos netos. Y además de ello, tendrá que acumular otros u$s4.800 millones a las reservas.
En marzo, cuando se discuta nuevamente la marcha del Programa de Facilidades Extendidas, las autoridades argentinas seguramente volverán a pedir al organismo que revea las metas de acumulación debido al efecto de la guerra en Ucrania sobre el precio de los combustibles a nivel internacional. Sería una jugada de máxima tratar de que el FMI revise nuevamente para abajo las metas de acumulación. Ya lo hizo en 2023, de u$s5.800 millones la redujo a u$s5.000 millones.
Pero también hay un elemento a tener en cuenta. Si el gasoducto Néstor Kirchner queda listo para este invierno, el Gobierno va a poder hacer un ahorro muy importante de divisas por menores importaciones. El año pasado se fueron por esa vía unos u$s12.300 millones.
El economista Agustín Monteverde, asesor académico de la Fundación Libertad y Progreso, planteó al respecto que ya con los pagos que tenga que hacer la semana entrante “las reservas líquidas van a quedar prácticamente agotadas”. Consideró que la entidad va a estar ya pagando con “fondos que no le son propios” porque a su entender estará usado dólares de depósitos de ahorristas o del Seguro de Depósitos (SEDESA).